LA HORA INCÓGNITA
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Séptimo título de una vasta carrera cinematográfica de cerca de 40 años, que había comenzado a finales de los 50 y se alarga hasta mediados de la década de los 90 del siglo pasado, con casi un centenar de títulos, hasta 5 y 6 por año en su etapa más destajista, protagonizados por iconos de esa tan mayoritaria como denostada comedia patria: Paco Martínez Soria, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Gracita Morales, Fernando Esteso, y, por supuesto, sus hermanos Antonio y José Luis.

El título que nos ocupa es una rara avis, no ya solo en una producción consagrada a la carcajada, sino tal suerte de fantástico, en la corriente genérica imperante en el cine patrio del momento, subgénero de ciencia-ficción, variante de holocaustos nucleares. Con la entonces reciente crisis de los misiles entre EEUU, URSS y Cuba del 62 como telón de fondo, inmersos en plena guerra fría, tal argumento adquiere, no obstante, cierta consistencia coyuntural.

Un cohete nuclear se ha desviado accidentalmente de su trayectoria y se precipita sobre una ciudad indeterminada, a una hora señalada, las 10 de la noche, que ha sido desalojada por las autoridades (escenas que abren el filme) hará unas horas. Pero la ciudad no está vacía. Unos cuantos, por diversas circunstancias, permanecen en ella, lo cual apuntala la coralidad del filme: un borracho, un desvalijador de antigüedades, una pareja dedicada al amor furtivo fuera de sus respectivos matrimonios, una pareja de viejas cotillas que ven la ciudad desierta como el escenario ideal para inmiscuirse en la vida de aquellos a quienes envidian, el director de unos grandes almacenes y una joven empleada, un asesino perseguido por la policía, el susodicho representante del orden celoso de su trabajo hasta el fin, una prostituta, un señor que busca a su gato perdido, y, como no, un párroco, que en la España nacionalcatólica del momento, trata de poner algo de orden en tamaño desaguisado. Ante este escenario dramático, nocturno, pero con un punto de vista próximo al cine neorrealista, estas últimas horas se saldan con toques costumbristas y humorísticos (de casta le viene al galgo) que rozan a veces el absurdo.

Dicen las crónicas que el fracaso comercial fue patente y muy doloso para el bueno de Mariano, a raíz de lo cual se abstendría de volver a aventurarse en tan indómitas coordenadas genéricas, a pesar de dejarnos esta tan interesante como atípica película.

Fox Rodríguez, 12 de agosto de 2022.