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Allaric de Marnac, el mariscal del infierno, interpretado por Paul Naschy en El espanto surge de la tumba

 



Elvire (Emma Cohen) luce Medallón benéfico a prueba del maligno en El espanto surge de la tumba


 

 

La perversa bruja Maville de Lancré (Helga Liné) se arroja sobre un pobre diablo en El espanto surge de la tumba

 


 


 

 

Betsabé Ruiz como Silvie en El espanto surge de la tumba

 

 

 

Emma Cohen como Elvire en El espanto surge de la tumba


 

El Espanto surge de la tumba, opera prima del director Carlos Aured, es un film cuya estructura recuerda mucho a su coetánea La noche de Walpurgis (León Klimowsky, 1970). La trama, en ambos casos un guión de Jacinto Molina, e interpretado por sí mismo, es decir, por su alias de actor, Paul Naschy, comparte idéntico modelo, introducción con toque chocante, en El Espanto decapitamiento y ahorcamiento por brujería respectivamente del Los perversos Allaric de Marnac (Paul Naschy) y su bruja amante Mabille de Lancré (Helga Liné), pareja maléfica protagonista de El espanto surge de la tumba caballero Allaric de Marnac (personaje fetiche en su filmografía: El mariscal del infierno (León Klimowsky, 1974) y Latidos de Pánico (Jacinto Molina, 1983)) y su amante Mabille de Lancré, interpretada por Helga Liné, seguido de interludio parisino donde un acto accidental pone a los personajes en el curso de su destino fatal: en la que nos ocupa, una sesión de Ouija revela a los personajes el mito y la localización de los restos del terrible señor de Marnac; en La noche, dos jovencitas estudiantes dan con un documento en la preparación de su tesis doctoral que les conduce a un recóndito monasterio, lo mismo que en El espanto. Trayecto campestre en coche, donde ocurre algún hecho fortuito que impide la marcha: en La Noche, la perentoria terminación de la gasolina; en El Espanto, el coche es atacado por una banda de ladrones ¡en Francia en los años 60!. Los desvelos centramínicos del genial Jacinto, escribiendo a destajo, tenían estas cosas. Y el resto de la peli, transcurre en la omnipresente casona apartada donde se suceden los peligros y acosos. Pero las diferencias de puesta en escena son evidentes: lo que en la de Walpurgis tenía un mejor acabado, pues Klimowsky es un artesano recién llegado a España pero atesoraba una amplia experiencia en su etapa argentina, en Carlos Aured, posiblemente ayudante de dirección en esta película del argentino y otras más, todo eran limitaciones de tiempo y medios llevadas al extremo, según cuentan las crónicas, que la barcelonesa Profilmes de Muñoz Suay requería para empezar a andar. Además la mejor resolución técnica de La Noche, añade un aurea gótica, más clásica, que una más embarullada El espanto, adolece. Prueba de ello son las siguientes escenas. Sin duda, el truculento asesinato en los inicios de Walpurgis de una chica anónima por el licántropo Daninsky tiene tintes gore pero la visión de la sangre manando tiene un respetable toque kitch. Esta truculencia será explotada por Aured hasta la extenuación. Las apariciones nocturnas de las vampiras en La Noche tienen un atractivo look entre tosco y bizarro que la hPaul Naschy y Helga Liné acosando a Cristina Suriani en El espanto surge de la tumbaacen ejemplar. En cambio el asesinato en la recta final de la cinta de la poseída Paula, interpretada por Cristina Suriani, a manos de Allaric y Mabille, parece saturado refrito clásico entre tamaña exhibición de desatinos escénicos. Ambas fueron rodadas en idénticos paisajes serranos agrestes. De hecho El Espanto se hizo en la propia casa familiar de Naschy. Y qué decir del impertérrito vestuario sesentero de cuellos largos y minifaldas mínimas en plena adversidad, común denominador de la producción de la época de los Franco, Ossorio y cía. La cruz de Mayenza, icónico artilugio para reprimir el mal para los de Walpurgis, es sustituido por un medallón de nosequé con idéntico poder disuasorio.

Ambos films tienen dobles versiones: la más puritana para al pacato mercado patrio y la que no repara en desnudos hasta la saciedad de la versión exportable; pero esto era moneda de cambio. La reciente edición en DVD de La Noche nos ameniza con ambas versiones, si bien El espanto, disponible sólo en versión anglófona nos obliga al paupérrimo visionado de copias pirata que envilecen nuestro juicio de la cinta.

Hasta aquí el análisis comparativo en base a sus apreciables semejanzas de 2 títulos de culto de la edad de oro del fantaterror español. Vamos con las limitaciones, más que los logros, algunas ya apuntadas, de la cinta en cuestión. El montaje es bastardo perjudicando el normal seguimiento de la trama en muchos momentos. Las noches americanas, un escándalo. Los detalles truculentos, por el contrario, muchos, en este film con elevada carga gore, no desentonan demasiado, aportando su valor añadido de cáustica serie B. A recoAlain "Le Raté" (Luis Ciges), fuera de plano, mutila a la joven Anne (Mª José Cantudo) rdar, las escenas en que un bigotudo y temible poseso Luis Ciges pertrechado de una siniestra hoz hace de las suyas en la casa abandonada, en particular, el brutal asesinato de una jovencísima María José Cantudo, que es una suerte de trasunto gore de la célebre escena de El Cartero siempre llama dos veces, versión Donaldson, sobre la mesa de la cocina pero con la hoz sustituyendo al ávido Nicholson sobre la cocinera. Escenas de violencia gratuita para no decepcionar a los consumidores del subgénero zombi tan en boga en aquellos tiempos y destapes a gogó para favorecer la venta internacional.

En el terreno interpretativo, destaquemos a Naschy, que hace gala de sus innegable aptitud para el desdoblamiento, pues interpreta hasta a 3 personajes a la vez (a santo de qué, me pregunto) aunque peca de un mejor balance entre la sobreactuada malignidad de Allaric y la aparente indiferenEl malvado Allaric de Marnac (Paul Naschy) y la bella bruja Maville (Helga Liné) en arduo debate antes de sodomizar a Paula (Cristina Suriani)cia de su personaje del descendiente (dos) de unos de los verdugos del susodicho (y tres). Su amante bruja, Helga Liné, está notable bajo sus 100% transparentes mantos, componiendo otro personaje femenino ilustre de igual parangón con la mujer-vampira Elizabeth Vathory de Nadasky de la de Walpurgis. En el resto de féminas de toque nórdico tampoco desentona una acertada y desvalida Emma Cohen.

En resumen, la película proporciona un suficiente entretenimiento si se superan sus limitaciones técnicas y de guión, que no justifican su celebrada fama de film de culto.
 

Calificación: 5 (sobre 10).

Metemani, junio de 2004.

 

 
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