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Opera prima dirigida por Isidro Ortiz, Ález Ollé y Carlos Padrissa, estos dos últimos, integrantes de la célebre compañía catalana La fura del Baus, que culminó con esta película una trilogía fáustica antecedida de una obra teatral y una ópera, con guión del también conocido director Fernando León de Aranoa, otro título más que añadir al boom del nuevo fantaterror español registrado en estos últimos años, auge acompañado por un cierto éxito de ventas en el mercado exterior, promovido, sobre todo, por la productora Fantastic Factory de Julio Fernández, y que está siendo refrendado incluso en los festivales especializados. Así Fausto 5.0 se ha visto en Sitges y Fantasporto, entre otros, además del más generalista Venezia.
 


 

Fausto 5.0 se centra en el personaje del doctor Fausto, un médico, especializado en enfermos terminales o irreversibles, un tipo atormentado, interpretado por un correcto Miguel Ángel Solá, acostumbrado a enfrentarse con la muerte, que acude a una congreso de medicina a una Barcelona post-industrial y deprimida. Fausto está en declive, estresado, pero se las compone para llenar de actividad profesional su vacía vida personal, una característica del hombre moderno. Allí entra en contacto con un peculiar personaje, un tal Santos Vella, un antiguo paciente al que al parecer dió por desahuciado, interpretado por Eduard Fernández (ganador del Goya al mejor actor 2002 por este papel), pero que afirma deberle algo al siniestro doctor, de modo que se decide a convertirse en su ángel de la guarda por la inhóspita ciudad pese a la resistencia de aquel. Una suerte de hado madrino obsesionado en otorgarle al doctor todos sus deseos, hasta los más turbios y ocultos, sin obligarle por ello a vender su alma al diablo ante la sorpresa creciente del galeno. En este sentido, el pintoresco Santos, es un trasunto culé de, salvando las distancias, el popular ángel Florence del también parcialmente fantástico film ¡Qué bello es vivir! (It´s a wonderful life, 1946) de Frank Capra, que abre los ojos al protagonista a la trascendencia y de que otra vida es posible. Luctuoso personaje el tal Santos, pese a que esconda un happy end. Sobre la relación de esta extraña pareja recae la acción, y la vis cómica que aporta el personaje de Fernández, que termina siendo algo cargante, pesa más que su posible trascendencia fantástica dentro de una película que se presume de género, pues sus directores, conceden más importancia al envoltorio que al contenido, al entorno, como por ejemplo a esa inquietante figura femenina (Cristina Piaget) que aparece y desaparece entre la audiencia de una disección en la facultad, pero sin fondo; los ambientes que acompañan a los personajes en esa Barcelona pintada que parece post-nuclear, con los edificios vacíos o en ruinas, legiones de vagabundos en las calles, una ciudad que es la cara opuesta y diurna de la de  Blade Runner (Ridley Scott, 1982), multirracial, donde el barrio chino se ha tornado en kasbah. Y todo en Fausto 5.0 se nos antoja gratuito y leve, si bien, en varias escenas se vislumbra por momentos la bestial capacidad que este género ofrece para percutir nuestra sensibilidad y nuestra tranquilidad de espíritu, que es precisamente lo que buscamos los aficionados. Digamos que la obvia pretensión estética, si bien encomiable, no logra ocultar la superficialidad de una trama donde se confunde lo cómico o más bien lo grotesco con el elemento fantástico, aquí más bien surreal. Inane explotación del lado oscuro de la medicina, que depara momentos gore, sin la inteligente perspectiva de coherentes films como Inseparables (Dead ringers , 1988) de David Cronenberg.


 

El personaje secundario de Julia, la aventajada assistant del Dr. Fausto, que interpreta la siempre sugerente Najwa Nimri, pivota entre los dos protagonistas, si bien en un limitado papel que no da más juego del que hay pero que cierra la aventura de ida y vuelta del film, y que parece abrir una nueva vida a Fausto. Apto pasatiempo con talante posmodernista que pese a las expectativas apenas logra inquietar vivamente nuestro espíritu, no más allá de un rato.
 

Calificación: 5,5 (sobre 10).

David Link, febrero de 2005.

 

 

 

 



 





 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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